Nos acercamos al borde del año. Ocasión para contemplar nuestra percepción del tiempo. Pero, ¿qué es el tiempo?, ¿alguien lo ha visto, tocado, comprendido o explicado?. La respuesta es negativa. En nuestro estado actual de conciencia (muy primitivo, dicho sea de paso) nuestro cerebro solo trabaja con el tiempo a nivel binario, presente/no-presente. Es decir, cuando miramos el reloj podemos estar en hora (en el ahora) o no estarlo. Alguno podrá argumentar con razón que esto es un reduccionismo al quedar la cuestión confinada a la conciencia, sin embargo nadie podrá demostrar que en el sueño, la anestesia quirúrgica o la siesta de un paisano exista el tiempo.
Tal vez dentro de unos miles de eones algunos seres más prolijos que nosotros puedan medir ondas de tiempo, viajar através de él, o incluso modelarlo y crear agujeros de gusano, horizontes de sucesos, rampas asíncronas y qué se yo cuantas delicias. De momento nos basta con aprender a mantenernos despiertos cada instante. Y eso ya lo sabían en la India antes de que se inventaran las universidades.
Invito a la gran carcajada cuando dentro de unas horas la humanidad se solaze mirando un reloj que no es más que el símbolo de nuestra inconsciencia.
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