28 diciembre, 2005
Mirar al cielo
Me gusta mirar al cielo. El lugar donde vivo permite ver estrellas pese a la contaminación lumínica de la ciudad cercana. Llegar a casa, levantar la cabeza y decir buenas noches a Orión, Casiopea o a alguna remota luz, producida hace miles de años para que en ese momento impresione unas pocas neuronas de mi retina. No puede ser azar, es demasiado bello para serlo. Los viejos sabios lo llamaban misterio. Todos los misterios son viejos, tanto como la humanidad. Están hechos del polvo de los sueños de miriadas de hombres y mujeres que durante siglos los han conservado para nosotros entre algodones de contemplación, para que no se rompan. ¡Son tan frágiles!
Nunca podremos explicar lo que significa Dios, el mundo, ser amado. Si aprendemos a contemplar tal vez , solo tal vez, entendamos por donde empezar a caminar.
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