02 diciembre, 2005

LISANGA



Ayer acudió Lisanga a mi consulta. Es una paciente nueva que vive reciéntemente en el barrio en un piso de acogida secreto. Lisanga entiende perfectamente el español pero apenas habla. Sus ojos traslucen un inmenso pozo de soledad y sufrimiento tras cinco años de esclavitud sexual lejos de su tierra nigeriana. No habla, no puede hablar. ¿Cómo va a contar con palabras todo lo que ha tenido que aguantar en este tiempo?

La reconocí, palpé su pulso, ausculté su corazón, percutí su abdomen. ¡Qué poco del otro nos dicen los sentidos!

Hoy medito con ella. Me asombro de la capacidad de aguante del ser humano, especialmente de la mujer. Me enfado con la injusticia del ser humano, especialmente del hombre. Solo me cabe esperar la liberación de esta señora, y con ella de todas las que soportan la pesada carga de la privación de libertad del signo que sea. Posted by Picasa

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué importantes podemos ser como experiencias reparadoras! ¡Qué importante que, siendo hombre, muestres a Lisanga tu voluntad y tu capacidad de cuidarla! No todos los hombres se relacionan con los demás desde su lado más brutal e indiferente. Existe el amor. En tus manos, en tu mirada... en su oscuro pozo.

 
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