Todos somos emigrantes de nosotros mismos. Ese viaje no nos lo puede perdonar nadie. Y pesa.
Si algo aprendo en Lavapiés es ese peso. Ese modo denso de gravitar, de flotar por calles y edificios grises, desnudo, apenas cubierto con un lienzo rojo. A veces descanso en una azotea y miro al horizonte de sucesos. ¡Qué lejos estamos de la existencia!
24 noviembre, 2005
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1 comentario:
Siempre hablamos sobre nosotros mismos, es lo único que conocemos. Los plurales, la tercera persona y los silencios no son sino lejanas máscaras que cubren nuestra levedad.
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