19 febrero, 2010

Corazón, corazón...




El corazón humano es un caleidoscopio
de luz iridiscente que cambia a cada instante,
nos permite ascender las elevadas cumbres
y conocer abismos, infiernos o mazmorras.

Pero si bien miramos, no somos nuestro corazón,
dentro de él, al fondo y en silencio,
se encuentra una presencia misteriosa,
una pequeña llama de finísima conciencia.

Es esa luz parpadeante la que apercibe
los vaivenes de nuestros sentimientos
y las disertaciones de la razón común.

Quizá algún dia, si cuidamos la llama,
seamos llamados a cruzar el umbral
de los mundos que aguardan tras de ella. 

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