El Dr. Padilla nos trasmite su ánimo.
Cuando el ser está desanimado, desganado, desaliñado, sin dar nada… Está lleno de parásitos de la más diversa índole… el parásito del sueño, el parásito de la cabeza, del colegio, el económico, el de la rabia, el de la envidia, el de los celos… Hay que desparasitarlo. Lo que se lleva es decir que todo está mal y que nada tiene remedio, la crítica, el chismorreo, hablar mal de los demás. ¡Preocúpense! ¡Obsesiónense! Todo menos animarse Quizás el ánimo sea el “mayordomo del alma”. Sí, alguien que no se desanima, no se embarga por la desidia, con todo debidamente en su puesto, sin error ni fallo, con interés, con sonrisa, con proyectos… pero también con una secuencia, una armonía, un prestigio, una garantía, una cortesía. A-ni-mo, fíjense, lleva dentro el A-mo… ¡curioso! ¿Quién derrocha el ánimo? ¿Quién derrama el ánimo? ¿No será que el ánimo procede de las instancias creadoras, de las instancias divinas y es inevitable que lo tengamos y es un imperativo categórico el ejercitarlo?¿Dios es ánimo o es un muermo que está ahí colgado de la pared? Hay que tener ánimo para que esta Creación esté en ebullición y se mantenga con la fuerza y el dinamismo que tiene un día y otro. Hay que tener ánimo para amanecer un día y otro, tantas veces… Ánimo que viene de Dios, que es el que gesta las almas. ¡Ánimo!, que tienes un mayordomo impecable, con memoria excelente, dispuesto a vivir y a dar sentido, sentido y sentido a todo lo que se… cuece, a todo lo que se hace. ¿Podría ser estar durante algunos días, cinco por ejemplo –acortemos la semana- con ánimo y dos días, desanimados? Dos de mala leche, de resaca del ánimo… ¿Lo dejamos para el sábado y el domingo? ¿Qué les parece? Pero de lunes a viernes –es una sugerencia- el ánimo, animadísimo… Cada cual sabe lo que le gusta a cada cual… ¡Así de fácil! ¡Anímense!
Amen. |
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