12 septiembre, 2011

Todo empezó en un verso








Todo empezó en un verso.

La espuma blanca llega
el mar oscuro va.

¡Entiendo al fin
qué significa el paraiso!
mi mano abierta.

Todos los ríos nacen
de tu infinito corazón
donde cada latido
inaugura un milenio.

El horizonte de belleza
que desde mi atalaya
me atrevo a contemplar
nos dota de sentido
de palabra y poesía.

Enmudezco asombrado
ante tamaña luz
torrentes de agua fresca
la mariposa blanca
y algunos niños puros
cuyos juegos lejos se adivinan.

Poder ser y no ser a la vez
sabernos transmisores
de certezas y sueños
que no nos pertenecen
llegar a ser capaces
de tolerar nuestro misterio
cuyo significado no entendemos.

La mosca soy yo mismo
por cuanto mi conciencia
se susceptible de alta alkimia
transmutando sujeto y objeto
en algo tan complejo
que número o palabra
no pueden contener,
se precisa otra forma.

Sólo entendemos este mundo dual
pero hay más universos
y más formas de amar,
versos mayores,
indescriptibles juegos,
modos de existir,
que implican dimensiones
músicas y teoremas
que aun nadie imaginó.


Al cruzar a otro valle
miramos lejos a la cima
dejamos que las nubes nos acojan
increpamos la luz y la distancia
sabíendonos viajeros
infatigables buscadores
persiguiendo un destino
ámbar y cristalino:
la sonrisa de Dios,
el camino del viento.

Porque al final
que da siempre la brisa de la tarde
ese liviano velo transparente
que nos recuerda que la vida es ofrenda
dispuesta en un altar
de proporciones áureas,
de profundidad máxima,
cuyo arcano misterio
no es aun posible comprender
pero sí contemplar
en tu mirada limpia.


Foto de Christian y Sergio

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