02 octubre, 2009

¿Seremos pronto vegetarianos?




La idea de que los
animales debieran
tener derechos fue
muy ridiculizada
cuando se presentó
en los 70. Es ahora
cuando se está aceptando.
El movimiento tiene decenas
de millones de adherentes
y ha convencido a la Unión
Europea para que solicite
que todas las gallinas tengan
espacio suficiente para
extender sus alas, echarse y poner sus huevos en un
nido, y que rechace mantener cerdos y terneros en
jaulas demasiado angostas que no les permiten caminar
o darse vuelta.
Muchos ven este movimiento como una continuación
de la lucha contra el racismo y el sexismo, y creen que
el concepto “derechos de los animales” pronto será tan
común como la igualdad de salario y oportunidades
para las mujeres y las minorías. Si eso sucede – y yo
creo que así será – los efectos en los alimentos que
comemos, cómo los producimos y el lugar que ocupan
los animales en nuestra sociedad serán notorios. Si
ésto parece radical, así también lo fueron el sufragio y
los derechos civiles hace algunas décadas.
La noción de que debiéramos reconocer los derechos
de los animales descansa en una base ética firme: un
ser es sensible sin importar a qué especie pertenece.
El dolor es dolor, ya sea si es el dolor de un gato, un
perro, un cerdo o un niño.
Los humanos somos muy diferentes unos de otros. Un
adulto típico puede razonar y hacer muchas otras cosas
que los animales no pueden hacer. Pero no todos los
seres humanos son capaces de razonar. Y sin embargo
nos esforzamos por proclamar que todos los humanos
tienen derechos. ¿Qué justifica que les neguemos al
menos algunos derechos a los animales no humanos?
El derecho más elemental que cualquier ser sensible
puede exigir es que se consideren sus intereses
básicos. Así, acordamos que la forma en que tratamos
a los animales en laboratorios y granjas industriales es
incorrecta.
Si la sociedad gradualmente aceptara los derechos de
los animales, daría como resultado grandes cambios:
algunas personas podrían aceptar la carne, huevos y
lácteos obtenidos ‘compasivamente’ si los animales
vivieran una buena vida, pero ésta sería una etapa
provisoria. En la medida que la demanda por productos
animales disminuya, la industria de la carne criaría menos
pollos, pavos, cerdos y vacas. Las granjas de producción
masiva desaparecerían. Si queremos continuar
comiendo carne, tendremos que confiar en los científicos
que actualmente están tratando de producir carne
en probetas. Cuando lo logren, será algo real, obtenido
de células animales, no un sustituto de soja, y podría
incluso no diferenciarse de la carne que comemos hoy.
Y como no involucraría animales, y por tanto no habría
sufrimiento ni matanzas, no habrían tampoco objeciones
morales.
El mundo avanza en esta dirección, y cada día será
mejor visto que reducir nuestro impacto perjudicial para
los animales es una obligación moral.


Peter Singer es profesor de bioética
en Princeton. Su último libro, “The Life
You Can Save: Acting Now To End
World Poverty,” (La Vida que Puedes
Salvar: Actuar ahora para Terminar
con la Pobreza Mundial) fue
publicado en marzo de 2009.

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