05 diciembre, 2007

Reflexiones del dr. Padilla.


como siempre incisivo y claro. ahí van unas propuestas para reflexionar...


COMPLACER, CONSENTIR, CONSUMIR


Complacido, complacer, complacencia, placer. Diferentes sensaciones, motivaciones, experiencias en las que el placer se inmiscuye en cualquier actividad. Pareciera que ese complacido, ese complaciente, momento estuviera únicamente ligado a los logros materiales. Y de alguna manera se relaciona con la consecución de poder, de tener, de acabar, de controlar.
Y en la consciencia moral de extensas culturas -desde la más propia cercana a nosotros, hasta otras pasadas y…que anuncian su llegada- el placer es pecado. Considerado como una estancia inferior, como un impulso instintual. Un intento por definirlo es inútil, porque guarda en su vivencia la individualidad de cada ser. Sería como un aditivo, en ocasiones adictivo, que interviene en todos los momentos.La idea de ligar el placer con lo bajo, lo malo, lo inadecuado, desliga el verdadero sentido de ese acontecimiento y genera paulatinamente ideas y conceptos que finalmente generan placer en el displacer, en el martirio, en el dolor, en el sacrificio, en el lamento. Acontecimientos que en sí no implican una necesidad de búsqueda placentera. Cuando el sentido del placer se relega a lo animal, a lo instintual, por ser un condimento indispensable en el vivir.La idea, en el caso del hombre, las ideas que se gestan bajo esa perspectiva, se convierten en placenteras sin serlo. Ahí surgen las auto-agresiones, las angustias, desesperaciones y nos resulta a veces -lógicamente extraño y raro- que los seres sigan viviendo con dosis altas de desespero, desperanza, desazón. Cuando resulta que desde los instintos esa estructura primordial básica, la fuerza de la vida, se mueve hacia el placer, hacia la complacencia.En consecuencia es posible que la cultura humana, hoy, en su tiempo de evolución desigual, se haya despojado de su esencia y haya creado -sin asumirlo como tal- el placer en el dolor, el placer en las dolencias, el placer en la enfermedad, el placer en los desastres. Es una queja o expresión común, el decir: “el mundo está mal”, “el hombre está mal”, “marchamos hacia el deterioro, hacia el holocausto, hacia el exterminio”. Y en esa medida se venden más periódicos, en esa medida de las noticias horrorosas y terribles, se hace más especulación, se vuelca más la persona. ¡Exactamente igual! que si buscara el placer. Será entonces, como hipótesis, como posible, como reflexión… el plantearse si…si esta civilización, en la que se esta ahora, se complace en la destrucción, se complace en la violencia, se complace en el deterioro, se complace en la manipulación, se complace en el castigo, se complace en la persecución, se complace en el hambre. Y en consecuencia cuando el placer es ¡convertido! en todo ese desastre en realidad no ha renunciado al placer; que consideró mundano, pecador, bajo, instintual, sino que lo ha convertido - por haberlo considerado así- en lo más dañino que le pueda resultar. Para vengarse del placer, para acabar con él, gestando el placer de la destrucción, del horror, del drama.
Todo ello es una reflexión, un punto de meditación. No vaya a ser que el día a día quejumbroso, doloroso, inconforme, desagradable se esté buscando que sea así porque en el fondo el placer es inevitable. Pero, como me han educado que es malo, he de combatirlo viviendo en lo malo y termina por gustarme. No vaya a ser entonces que, si dándome cuenta de esto, recupero los elementos, podría ser, simples placenteros de beber un vaso de agua, reírse, evitar la discusión, compartir, regalar, ayudar, besar, acariciar, complacer, sin dolor, sin daño, sin envidia, sin traición. Quizás ese simple momento reflexivo sobre este instante de la complacencia pueda modificar un quantum el estilo de afrontar, vivir, buscar, y estar.
Porque podría ser que se descubra que el ser busca, busca, el dolor, busca el drama, busca el daño, porque en ello y con ello acaba con la experiencia del placer. Pero en realidad es lo que le produce placer.
Siempre fracasaron los intentos de publicar un periódico con buenas noticias. Siempre fueron un fracaso.
¿Se han fijado por ejemplo lo poco que dura la alegría?¿Se han fijado que rápido y que pronto… alguien dice…, comenta…, expresa…, sonoriza…, algo que… paraliza esa alegría?
¿Cuánto tiempo duran las treguas? -Sería gozoso, placentero que duraran mucho ¿no?- Gusto el tiempo necesario para poder comprar una pistola.Tiene sentido indagar sobre la Complacencia.
Y Con-Sentido a veces se consiente, y se consiente, y se consciente… es como si entregáramos nuestros sentidos, para que otro exprese sus sentidos. Pero en realidad nuestros sentidos van a hacia otra dirección. Y suele ocurrir que a base de consentir, y consentir, y consentir finalmente explotan.Los sentidos, desde su vacuidad, nos llevan y nos conducen a la organización de lo que llega en busca de una complacencia. A la vez, a la vez que los sentidos nos llevan a ¡sentir! y a orientar esos sentires hacia una dirección.Desde la visión orante, orar es complaciente, orar es con sentido, en orando se vislumbra el sentido, y todo desde lo más minúsculo hasta lo mas desbordarte adquiere sentido, significado.
Sentirse participe, a la vez que constituyente, de una Creación.Sentirse partícula integrante de un desarrollo. Sentir el sentido que tiene CADA partícula, cada ser.Sentir que mi sentido, sin ser de mi propiedad, incide en todos los particulares sentidos y en el sentido integrador de todos los minúsculos sentidos. Es decir que cuando se integran los sentires particulares se crea un nuevo sentido. Como cuando se habla del sentido común.
Quizá se está lejos de esa percepción, pero se puede vislumbrar. En la medida en que se da cause a los sentidos, a el sentir, se le da vía, se le brinda la oportunidad complaciente, se descubre que lo orante es lo que DA “sentido” a los sentidos, a los sentires porque, sitúa a éstos en una dimensión amplificada, grandiosa, complaciente, no los esconde, no los esquiva.
Orar debe de ser, y es, cuando el sentido complaciente así lo permite, el acontecimiento más amplificado de nuestro ser. El instante donde se diluyen los limites, se unifican los afectos, se disuelven las esquinas. Se hace presente el espíritu.
Y el consumir se convierte en otro signo de este tiempo de humanidad. El despilfarro de los que tienen directamente o indirectamente a costa de los que se quedan sin él.
El consumidor consumido, una imagen fácil de ver y fácil de sentirse en él, que bien podría convertirse en “CON SUMO CUIDADO”. ¡Con–sumo cuidado! Alertarse y alarmarse de no ser -no ya un consumidor habitual y compulsivo- sino en ser un producto a consumir.
Si se fijan con… un pequeño cambio de visión en esta especie de humanidad, donde dicen que la antropofagia esta prohibida, dicen. En realidad si se fijan - insisto con otra óptica- se darán cuenta que cada ser es un producto a consumir. Y que se organizan las cosas de tal forma que finalmente unos se comen a los otros simultáneamente. Como si estuviéramos mordiendo a uno y a la vez nos estuvieran mordiendo a nosotros. Cada cual se convierte…- más fácilmente de lo que parece- en un ser a consumir. Y en ese criterio de complacencia -que sometíamos a meditación al principio, es fácil, entonces, caer en: “voy a consumir a aquel”. Es decir, voy a violentarme, voy aprovecharme, voy a engañarle, voy a mentirle… ¿No es todo eso una antropofagia… descarnada, sin carne? Eso sí, evolucionada.
Es algo más que probable que el éxito de consumir…Porque indudablemente es un éxito y sino fíjense casualmente en este mes… ¿Podría, podría tener algún éxito una campaña de: “Consumo cuidado evitar consumir”? O ¿sería rápidamente retirada por blasfema? ¿Qué sería de los industriales?, ¿Qué sería del comercio?, ¿Qué sería de los precios? ¡Qué horror! Incluso se diría que se alteraría el placer. Sin duda. Los pocos placeres que quedan: consumirse y consumir a otros, porque el que se consume arrastra.
En vez de CON-sumar en el sentido de sumar. Ser un elemento sumatorio. Ser un ser que se acrecienta con el paso de las experiencias, con las vivencias, con los acontecimientos, con los sucesos. Se Con-vierte en un vertedero de desechos de lo que queda del consumo.Podríamos en consecuencia bajo el prisma orante situar el consumo en: “ CON SUMO CUIDADO” y además en una SUMA: con-sumar. Alcanzar otra cuota y otra cota de espiritualidad en la que se despierte a la consciencia en la que todo se nos ha dado. En que disponemos de los recursos, los medios y las disponibilidades, desde el espíritu, desde el ánima de cada cual, para ser seres complacientes. Con sentido de complacencia y no, lo que es habitual, seres con sentido destructor, de arrogancia, de un largo etcétera que no es precisamente virtuoso.

La Creación y en consecuencia la consciencia de cada ser vivo es un acontecimiento complaciente.
La creación es un acontecimiento consentido. Tiene un sentido balbuceantemente desconocido por nosotros. Pero incesantemente necesitados de conectarnos con él, con ese Sentido.
Y con sumo cuidado, se busca una consumación , es decir que esa Creación, complaciente, consentida, se expresa consumándose en el sentido de que cada vez descubrimos, aprendemos, nos sorprendemos con la consciencia orante de que nos queda todavía una vida Eterna por cumplir.
Consumación, consciencia, de que estamos en una vida de eternidad.
Consciencia de que habitamos en el seno de lo Eterno.

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