Esta Semana Santa he podido caminar por la mancha. La llanura verde era todo un canto a la primavera. Me encontré con gigantes que bailaban con el viento. Me gustaría aprender a acariciar lo invisible.
Al fundir literatura, arte y contemplación, conseguimos humanizar la técnica de sanar. Este cuaderno es la estela de ese proceso. Sigo aprendiendo, sigo caminando...
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