20 noviembre, 2009

en otoño



Velada luz de otoño,
capaz de acariciar la herida
que escondemos al sol todopoderoso
del ardiente verano,
aplícame el bálsamo sagrado
que alivie los rigores
de la contradicción humana
que me hace opaco y desdichado.

La decadencia vegetal
que me muestra noviembre
nos enseña humildad.

Caerán ideas, visiones y estandartes,
como las hojas del jardín,
rojas y ocres,
con la cadencia justa
de un sin fin de caricias
que abrazarán el suelo
y trocarán en tierra.

Seremos ese humus
que la lombriz orada con paciencia,
seremos esa pausa
habitada de húmedos silencios,
a la espera de una nueva simiente,
de un sol exacto,
de una lluvia encantada...

Resurgirá una nueva presencia
cargada de ilusiones de colores.
Resurgirá un presente
mas allá del pasado y el futuro.

Y en esa maravilla
estaremos nosotros,
renovados y límpios,
en otra primavera.

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