Ayer a las siete tuve una cita con Willigis. Fue una cita amable y la puedo describir como apropiada y estimulante. Coincidí con viejos compañeros de camino, buscadores que como yo, vieron una estrella y se acercaron a mirar. La luz de las estrellas que seguimos es una luz antigua. La misma que han seguido todos los buscadores de otras épocas. Cuando llegamos al meollo del asunto, tan solo nos encontramos con un pobre establo, algo sucio y destartalado. Miramos dentro y lo único que vemos es un recién nacido, una nueva conciencia que ha venido al mundo. Se hace el silencio, contemplamos esa conciencia y nos llenamos de alegría al comprender que Dios se ha encarnado en ese instante. Dar a luz a Dios, dar a luz a la Luz. ¡Qué buena noticia!
Y de fondo se oía el mar.
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