Luce en la pared de su concurrido consultorio de Medellín el título de cirujano, pero el prefiere presentarse como “carpintero de la conciencia”. Para el doctor Carvajal la bioenergética es aquella medicina que deja de ver al hombre como un “fósil molecular” y comienza a observarlo como un “ser de luz”. No distingue entre medicina, conciencia y espiritualidad, pero se trata de una miopía valiente e intencionada.
Pregona en los congresos de médicos que el cuerpo y el alma están estrechamente unidos y en los seminarios atiborrados de gente que la ciencia del servicio es la ciencia más sagrada. Para este poeta, psicólogo, inventor, cirujano…, la enfermedad es el espejo en el que se mira nuestra conciencia.
Arde la arena a sólo unos metros del Palacio de Miramar. Los donostiarras disfrutan del primer y esplendoroso domingo de verano y sin embargo el salón de esa gran mansión isabelina, se encuentra también a rebosar. Desborda el verano en la perla del Cantábrico, pero el médico colombiano mantiene a cientos de personas clavadas en las sillas. El sol puede esperar.
Místico sin cueva
Jorge Carvajal Posadas emana la profundidad del sabio, la seguridad del científico, la belleza del poeta y la generosidad del hombre comprometido con su tiempo. Sin embargo más allá del cirujano que ha hollado nuevos y más amplios horizontes de terapias, del conferencista que llena aforos en Europa y América a su paso, más allá del poeta viajero que va dejando aquí y allá una bella mirada del mundo, del observador de una realidad tan lacerante como esperanzada, Jorge Carvajal es un místico de nuestros días. Su palabra resuena en la más interna geografía. Por eso la gente deja la playa, el sol y el agua…, saben que sus discursos van directos al alma, en constante exhortación a la búsqueda del centro.
Nuestro interlocutor es un místico sin cueva, de los que se plantan en medio del asfalto, aún a riesgo de retumbar preguntas sin respuesta: “¿Qué puede pasar con la gota de agua congelada en el Ártico…” El piensa que le seguimos, pero se nos escurre su gota tocada de eternidad.
El investigador colombiano va sembrando ciencia y conciencia a partes iguales. Sus estudios sobre nuevas medicinas dan la vuelta al mundo entero, pero antes que nada es hombre con inmensa fe en el hombre: “Las oscuras cavernas fueron necesarias para que la humanidad naciera, pero en la nueva cultura, la humanidad ascenderá la montaña de la iniciación”.
Aromar la Tierra
Esa apuesta tan vital le empuja a amar con pasión su país. Anima a visitar el mágico realismo de su geografía. El médico de Medellín se crece en medio de una tensión, de una turbulencia que le presenta diariamente reto de equilibrio y serenidad. Las víctimas de los atentados saben también de su cirugía, de sus resonancias, de sus colores, de su acupuntura, de su homeopatía…, pues Carvajal toma lo mejor de todos los territorios terapéuticos y los individualiza en cada paciente. Colombia desafía continuamente a este hombre que no conoce los límites de la entrega: “Somos flores, nuestro cometido es aromar la tierra”.
Viene de la geografía más convulsa del planeta y sin embargo su presencia es todo paz. No es fácil ubicar al doctor Carvajal. Lo podemos encontrar en congresos especializados, siempre intentando ampliar los márgenes de la ortodoxia, revelando las claves de la bionenergía, la medicina con la que se le identifica, o de la terapia láser, uno de los métodos que le caracterizan… Lo podemos ver con sus colegas galenos, defendiendo la necesidad de abordar el tema de la salud desde más allá del cuerpo, invitando a “rescatar” el alma del paciente, abundando en la ciencia que el denomina de la sintergética, o ciencia de la síntesis. Le podemos ver también en multitudinarios aforos compartiendo con gentes sencillas su intenso “sabor de la vida” (sabiduría) en charlas salpicadas de fina y profunda poesía. Le podemos ver en sus seminarios en Barcelona, Mallorca, Madrid y San Sebastián, pues su gente y seguidores no le perdona menos de dos visitas al año.
Entre conferencia y conferencia logramos secuestrarlo. Nos lo llevamos al jardín del palacio. Verde, cielo y mar inmenso parece que colmaran de nuevo la inspiración de este hombre, por lo demás, amable y solícito. La paz que pregona y emana, le posibilita también ubicación perfecta. Apenas toma respiro entre el discurso del salón y la entrevista a orillas del Cantábrico. No hay fractura entre las palabras de dentro y fuera del palacio, al igual que no hay salto entre las diferentes ciencias y terapias que transita. Sabe por donde se anda, conoce su discurso, pero no recita; responde con una rapidez no exenta de fuerza y convicción. El tiempo es breve y sus palabras son precisas, “quirúrgicamente” lanzadas y ubicadas. No en vano tiene ya “operadas” muchas almas.
¿Cuál es la medicina del futuro?
Más y mejores técnicas sí, pero con la magia viva del sentir. Afrontar la enfermedad y el dolor sí, pero sin perder de vista el sentido del vivir. Talvez tendremos menos hospitales y más trabajo ambulatorio, menos cirugías y más educación, menos medicamentos y más bebidas caseras, menos vitaminas y más alimentos de buena calidad.
¿Una medicina más humana?
Algo así. Apostamos por una ciencia con alma, una disciplina que no mate la fe y la esperanza. Una propuesta para que cada quien rescate el poder de gestionar su propia salud, para que nacer y morir no sean los límites infranqueables de la vida y vivir se convierta en el arte original de ser. Un movimiento hacia la participación, un cese de la conspiración que ha dejado marginado al hombre de la responsabilidad sobre su propia vida; un rescatar la indivisible integridad del ser humano.
¿Más “cariños” y menos ciencia?
El paradigma dominante en el mundo ha sido el de la ciencia, pero la ciencia se convirtió en una nueva religión, en el único código de lectura aceptado. Hemos de salir del fundamentalismo científico, así como antes salimos del fundamentalismo religioso. El paradigma de la ciencia puede ser interpretado desde un código de lectura más incluyente, generando una ciencia con conciencia.
¿Bisturí para el cuerpo o para el alma?
Es imposible acceder al ser humano olvidando la esencia del ser humano que es la “psique”, que es el alma. No se trata de dejarle la psicología a los psicólogos, a los psiquiatras, es demasiado importante para dejarla sólo en manos de los especialistas. Tenemos que rescatar la psicología para la vida cotidiana.
¿Qué enferma primero?
Desde 1950, los estudios médicos demuestran que el patrón de la personalidad incide sobre la enfermedad de una manera contundente, sobre los factores de riesgo para enfermar de una u otra cosa y se empiezan a estudiar los patrones de personalidad.
¿Rescatar el alma con qué objetivo…?
Se trata de ver como un sentimiento de hostilidad genera úlceras, genera enfermedad acidopéptica, genera hipertensión arterial, aumenta el riesgo de infarto, aumenta la liberación de noradrenalina, aumenta el consumo de oxígeno, te mete en un régimen de economía energética pésimo donde hay un gran desgaste, y una gran fricción, impide la respuesta de relajación, te impide tener paz interior a pesar de que tengas todas las razones del mundo para tenerla. Si nosotros como médicos no tenemos paz interior, si no somos capaces de la respuesta de relajación, no podemos reconocer la necesidad en otros. La primera necesidad de un paciente es paz.
Paz a cambio de aspirinas…, ¡va a hundir a las farmacéuticas!
Sin paz ninguna de las cosas que haga tiene sentido. Es el dígito en una gran cifra. Todas las acciones son ceros y sin el dígito de la paz nada vale la pena, ni tu dinero, ni tu posición, ni tu prestigio... Pero si tienes paz interior, todo lo demás se vuelve valioso.
De tanto abuso gastamos las palabras… ¿Qué es paz interior?
Es respuesta de relajación: que te baje el consumo de oxígeno, que te baje el nivel de noradrenalina, que te interiorices, que reflexiones, que compartas. Es muy sencillo: cuando hay paz interior, tu aquietas el tallo cerebral, el cerebro reptil. No tienes que atacar o huir, no tienes que morder a tu papá todo el día, o toda la noche haciendo bruxismo, sino que puedes comprenderlo, puedes ponerte en sus zapatos. Muchas hipertensiones esenciales vienen de ahí.
¿Somos algo más que una prisión molecular?
Cuando pensamos, cuando comemos, cuando soñamos, aunque creamos que estamos sólo en el cuerpo, estamos en lugares distintos. La mente que recorre por nuestro cerebro, no está en el cerebro, ni nace en él. Tampoco muere con él. Así como el agua no nace de la nube o del océano y es materia prima del hielo de la Antártida, del mar Caribe y de las impredecibles nubes, así la mente no es el cerebro, ni los pensamientos, ni las ideas, sino la misma intangible sustancia de la que todas las cosas están hechas: el Verbo. Al principio era el campo cuántico o campo unificado de la conciencia, un infinito potencial que el sonido hizo desplegar en el orden explícito de la creación.
¿Dónde nace tanto entusiasmo suyo por la vida?
Ser humano es un vivir asombrados y conmovidos, el milagro de inventarnos todos los instantes, el milagro de ser conscientes de respirar, el logro trascendental de ser conscientes de la conciencia. La ciencia sublime de sentir que estamos vivos cuando sentimos que la vida que anima flores y trinos es la misma que habita en nosotros. Ser humanos es cantar con la tierra la amorosa canción del regreso.
¿El tan mentado “volver al aquí y ahora”?
Exactamente. Los procesos de expansión de conciencia o de iniciación, ocurren hoy en el ritual de la vida cotidiana. Si ni siquiera escucho al hijo que está al lado, si me quemo la lengua por la mañana y el chocolate no me sabe a chocolate por estar pensando en la cuenta o el transporte o la hora de llegada… Si yo no vivo en el instante del presente ¿cómo pedirle a la vida que me de una responsabilidad del infinito?
¿No hay huída en ese “retorno a nosotros mismos”?
Todo puede ser refugio o morada. Si nos lleva a una mayor comprensión y libertad es morada del alma. Si nos lleva a una mayor dependencia y esclavitud es un refugio. De la misma forma, podemos hacer del cuerpo un templo de la conciencia o un simple refugio para escaparnos de la inclemencia. También todos los lugares pueden ser habilitados como refugios o como instrumentos del alma: las iglesias, las ciencias, el conocimiento, los sitios sagrados y los profanos, serán lugares para afrontarnos o para escondernos.
Dentro del palacio invitaba a la gente a jugar al arco…
Cuando empiezas a conocerte, sabes que tú eres el arco y eres la flecha, pero sobre todo tú eres el blanco. Cuando das en el blanco de tu propio centro, cuando ya no tienes los blancos en el placer, el poder, la recompensa, cuando el arquero no tiene sino el blanco de su corazón, en ese momento siempre da en el blanco. Das en el blanco cuando descubres esa ciencia interior que viene desde el centro y el centro es el liberador de la ilusión.
¿Sanar al hombre es también sanar la Tierra?
Así es. Todo en la tierra se acelera porque el hombre está en ella. La destrucción y la creación se vuelven en el hombre como una impetuosa corriente. Tenemos la terrible o gloriosa facultad de destruir o crear. Somos enzimas de la tierra, catalizadores de la evolución.
¿Propuesta de una nueva ecología?
Efectivamente. Llegó el tiempo de rescatar lo más sagrado de la vida: su interdependiente unicidad. Es la hora de una nueva ecología, la de la tierra viva, la de la gran cadena de la vida en la que la corriente del ser se diversifica revelando su armoniosa integridad. Cada uno de nosotros es parte del proyecto. Toda la basura que vemos es producto de nuestro propio corazón; allí nacieron las guerras, allí puede germinar la paz.
¿Estamos cerca del vergel o del desierto?
Toda la creación está a nuestra disposición para oprimir o para liberar; para sembrar la muerte y desertificar, o para sembrar la vida y cosechar. El hombre acelera todas las vibraciones para unirlas en la gran alquimia de la vida. Todas las semillas latentes pueden florecer. Todas las cosechas evolutivas de la tierra pueden echarse a perder. Nuestra naturaleza es la de ser co-creadores.
¿Espera buena cosecha?
Por supuesto, pero para ello es preciso observar la parábola del sembrador. Es necesario mirar la cosecha que la vida nos ha legado con reverencia y amor, de lo contrario las semillas morirán en los bolsillos del egoísmo y lo que la naturaleza ha construido por siglos y siglos morirá en nuestra inconsecuencia.
Vd. pregona que “muy hermosas esculturas duermen en nuestras manos…”
¡Tanta vida se puede dar con la mirada, tanta esperanza se puede germinar con una sola palabra, tanto amor implícito hay en el humano potencial, que sólo es preciso abrir las compuertas del ser para dejarlo correr! ¿Cuantas creaciones esperan la magia de un aliento sagrado? ¿Cuantos sueños esperan la vibración de una voz para despertar?
¿Es difícil levantar este estandarte de esperanza y de vida en el ámbito en que te desenvuelves?
La nueva conciencia surge en vórtices de una sensibilidad extrema o caóticos. En la piel sensible de las heridas personales y sociales es mucho más fácil sembrar la semilla de un nuevo orden emergente.
Me encanta Colombia. Es el mejor país del mundo, precisamente porque estamos en caos y en el seno de un vórtice caótico. Si tu puedes mantenerte en el ojo del huracán vas a poder tener un nivel de acción y respuesta más significativo.
La tensión es creativa. La violencia es al fin y al cabo energía. Nuestros temores, nuestros sentimientos son energía. No son en principio ni buenos, ni malos, depende sólo de la dirección que les demos. Cuando en el centro del caos estamos dispuestos a escuchar, podemos emerger a un nuevo orden y cultura. Cambiar nuestro punto de observación del mundo, cambiar nuestra actitud es ya transformar el mundo desde adentro.
Apura raudo sus últimas preguntas, pues le aguarda el auditorio del palacio. Sobre el jardín que se asoma a la bahía de la Concha revoltean las últimas palabras que viene de regalarnos el cirujano de almas y que apagan la grabadora: “Nos sanamos cada vez que reconocemos en todos los eventos un maestro; cada vez que antes de afirmar o negar, estamos dispuestos a aprender; cada vez que podemos ver aún en las cosas más oscuras, una evidencia de los infinitos métodos del Creador. En el surco de mi paz siembro la semilla del amor y florezco a la libertad”. ¡Gracias por la siembra señor doctor!
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